La aldea global está compuesta por comunidades

“Pensemos en personas, en sus capacidades y en su involucración espontánea”. La aldea global no está compuesta por personas una a una, realmente es una aldea de comunidades. Los medios participativos (social media en la denominación anglosajona) van atomizando la sociedad en grupos ( mayores o menores) que se conectan en función de prioridades, gustos, aspiraciones, necesidades…

En la medida que la participación se haga más habitual y común en la sociedad en general, será paulatina la conformación de grupos definidos ( por edades, actividades, gustos, profesiones…). Con esta evolución de los mercados y de la sociedad, las organizaciones, empresas, instituciones… tendrán más o menos éxito en función de si saben comprender mejor o peor a sus comunidades.

Las relaciones con tu comunidad tienen que ser recí­procas. Debe primar una equiparación suficiente entre las partes, de tal manera que los miembros de la comunidad vean satisfechas sus necesidades, lo que sin duda le generará a la organización un feedback interesante.

Las comunidades serán progresivamente los referentes obligados de las empresas, por centrarnos en un tipo de organización concreta, sin importar cómo denominemos a estas comunidades: si mercados, segmentos de mercado o nichos de mercado. Las comunidades serán más o menos avanzadas en cuanto al conocimiento que tengan del tema en cuestión ( producto, marca, tecnologí­a, responsabilidad corporativa…). Las comunidades se seguirán creando de forma espontánea o bajo la tutela de la propia empresa.

Las comunidades están compuestas por personas. No hablamos de números. Esta dimensión le otorga un perfil humano que tiene una gran importancia. Y es algo relevante, sencillamente porque las personas adquieren más poder en la medida que su voz tiene mayor difusión gracias a los blogs, microblogging, redes…

El matiz que define la relación que las comunidades pueden establecer con las empresas es la espontaneidad. La gente apuesta por una marca u otra de una manera espontánea y se conecta con otros iguales para, poco a poco, ir creando un estado de opinión. Siendo en este sentido que las comunidades no se pueden considerar estáticas, pues sus componentes tienen un margen de libertad suficiente para decidir su grado de implicación, más o menos activo; o si seguir en ellas o no.

Las empresas no tienen que tomarse el fenómeno de las comunidades como algo pasajero. No puede ser una simple táctica o una campaña aislada. Debe ser una estrategia permanente que le facilitará un contacto cotidiano con sus clientes o, casi mejor, con su gente.