David vence a Goliath gracias a la habilidad con la que logra superar la fuerza del gigante. Esta historia bíblica, bien conocida, nos viene que ni al pelo para ilustrar la lucha que muchas empresas tienen por delante, en alguna medida u otra, respecto al uso de las herramientas 2.0.
Si planteamos el mismo esquema del grande y el pequeño, del fuerte y del débil, del habilidoso y del torpe, respecto a las empresas y todo lo que tiene que ver con los medios participativos, nos puede salir un ejercicio de reflexión interesante.
Está bastante comprobado que las empresas más pequeñas son más aptas a la hora de iniciarse en el uso de los social media, básicamente por dos razones: porque les genera ahorro de costes y porque son unas empresas en las que las tomas de decisiones no sufren procesos burocráticos tan enrevesados a veces como ocurre en las grandes.
Las pequeñas empresas tienen una mayor capacidad de adaptarse por lo tanto a las nuevas reglas del juego. Como consecuencia, se puede llegar a producir un cambio en la cultura corporativa incluso, pues los medios 2.0 invocan una mayor participación en las empresas y esquemas de funcionamiento menos piramidales. De esta guisa, como señala gráficamente el Blog Salmón, nos podemos encontrar con dos tipos básicos de culturas corporativas, en función de si se es más permeable a la penetración de la nueva filosofía.
Las culturas corporativas cambian desde el momento en el que las empresas asumen las herramientas 2.0, si es que, efectivamente, éstas se utilizan de una manera fiel y no puramente cosmética. En ese sentido, resulta terriblemente llamativo la obsesión por estar centrado en lo de siempre y no ampliar el foco de atención a las cosas que cambian, ejercicio curioso que se visualiza en este vídeo que descubro en el blog de Félix Peinado. Préstale atención:
Como se comprende muy fácilmente con este curioso vídeo, podemos correr el peligro de aferrarnos a lo que ya tenemos, porque en nuestro análisis de la realidad, se descarta la opción de ampliar el foco que nos permitirá comprobar que se modifica en nuestro contexto.
De igual modo nos podemos encontrar ante el: ¿por qué cambiar si todo nos va bien?, que puede ser la pregunta trampa que nos impida aceptar una serie de retos que se hacen inexcusables en las actuales circunstancias. Es también aquello de que ‘el arbol no te impida ver el bosque’.
Si las pequeñas empresas, en lo que se refiere específicamente a la adaptación al entorno 2.0, son más ágiles, como David, a la hora de vencer a las gigantes, como Goliath, nos podemos encontrar con una interesante etapa en la que los pequeños puedan empezar a ganarle espacio a los más mayores. Yo, de ser grande, me lo pensaría.