Internet es cada día que pasa un hervidero de ideas mayor, que crece y crece. Eso es estupendo, entre otras razones porque significa que más y más gente ( los sin voz de hace no mucho tiempo) están opinando y posicionándose respecto a cientos de miles, millones de cosas.
El infinito cúmulo de ideas implica, sin embargo, que muchísimas de ellas se repiten pues al fin y al cabo salen de los cerebros de personas que, al vivir en la misma época y en entornos parecidos, opinan perecido. Por esa razón, y desde esa perspectiva, las ideas valen poco en Internet.
Existe una manera de ennoblecer las ideas y superar el efecto ‘pompa de jabón’. Siempre ha sido así: lo más interesante de las ideas es que se lleguen a convertir en realidad y que, a ser posible, posteriormente den resultados positivos. En esta línea, me gusta mucho la sincera y sencilla manera con la que ThinkWasabi enfoca cuestiones como la productividad.
Con este post (no quiero que se me malentienda ni por un minuto) no pretendo decir jamás que se deje de pensar, cosa por otro lado imposible. Está claro que el caldo de cultivo de donde surgen las grandes obras ( o las más normalitas) es en el de las ideas, que son siempre el paso previo. Y, por lo tanto, cuantas más ideas mejor, de ahí también la gran importancia de que los medios participativos estén las 24 horas del día emitiendo borbotones de ideas.
Lo que no es conveniente, nunca lo ha sido, es que alguien por el simple hecho de pensar que ha tenido una gran idea, llegue luego y se eche a dormir pues considere que ya todo está hecho. Las ideas, como tal ideas, así sin más, sin ni tan siquiera un poquito de aceite y sal que diría el otro, son ‘como el que tiene un tío en Alcalá, que no tiene tío ni tiene ná’, dicho popular que reflejó en su obra un tipo de otra época llamado Carlos Arniches.
Donde sí me parece que es muy necesario tener ideas aunque no valgan para nada, es en el interior de las empresas, lugares estos poco dados a compartir de forma natural como en el ciberespacio donde en ése sentido se es mucho más generoso. La nefasta costumbre de las organizaciones, adherida al código genético como por el efecto de cien mil botes de superglue, de pensar que el que mejores ideas tiene es el que manda, quita muchísima espontaneidad a la gente a la hora de comunicar.
El panorama tiene que cambiar mucho a este respecto porque las herramientas que estamos creando exigen colaboración, pues si no sería como usar el televisor para poner un muñeco en lo alto con la intención de que nos agrade a la vista. No existe nada más ridículo que intentar capar las posibilidades de una tecnología por miedos, costumbres, falta de espíritu innovador… y además argumentar después que ‘como se ha hecho toda la vida es como hay que seguir haciéndolo’. Caca de la vaca. Me llama la atención en este sentido un artículo de una señora llamada Tammy Erickson en el blog de Wikinomics, que nos ayuda a saber cómo estimular la colaboración.
Yo como tengo por defecto establecer pensamientos internos y externos, me encantaría que el gran volumen de diálogo en Internet (externo) contagie a los individuos de dentro de las organizaciones, y quizás entonces todo empezará a cambiar para mejor. Mientras tanto, estoy feliz de que haya muchas ideas, y aunque valgan poco en internet ( que también ha sido una mentirijilla para atraer a lectores) por favor sigamos dándole al cerebro y golpeando las letras del teclado, aunque algunas terminen por borrarse.
Algo que me ha costado mucho de convencer a clientes que pensaban que solo con la idea podían hacerlo todo en internet o vender la idea sin necesitar un mínimo desarrollo, por suerte esto está cambiando y los clientes empiezan a darse cuenta que nadie te compra o invierte si no tienes un «negocio» que ofrecer y la idea suelta no es negocio.
Benito:
Coincidimos 100%. Es la diferencia entre ser «creativo» y ser «innovador». Si eres solo lo primero, generas muchas ideas, pero no concretas ninguna. El segundo hinca los codos y se patea el mercado hasta conseguirlo. Las lleva a la realidad. Sin menospreciar las buenas ideas, doy mas credito a la perseverancia y a la cabezonería de la gente con buen criterio que una vez que cree en algo, tiene el coraje y la constancia de llevarlo a término.
En mis charlas sobre innovación suelo decir que ésta es una combinación de creatividad (buenas ideas) + perseverancia (las dos C: coraje y constancia) + gestion (orden, coherencia, estrategia) + dinero (recursos).
Una metáfora para ilustrar esto podemos encontrarla en el futbol: ¿que ha pasado con los Real Madrid plagado de genios sin curritos?
Los equipos tienen que estar compensados. Una forma de decirlo es que para innovar, necesitamos «geniecillos», pero tambien «hormiguillas», a las que les concedo igual importancia. Lamentablemente, los «geniecillos» se llevan todas las fotos, son los del glamour, y siempre subestimamos a las hormiguillas… En mi empresa quiero de los dos, porque sin perseverancia (coraje y constancia, las dos C) no hay innovación…
Es más Amalio, pienso que si la idea es realmente buena es porque ha nacido para ser real.
Benito, está rondando por ahí, por Internet, una idea muy buena, en Internet, que de materializarse sería una buena idea de verdad, coincido 100% contigo, y que toca al meollo de la cuestión de la comunicación y la colaboración en la empresa, esa institución generalmente propiedad privada y nada democrática a la que, siguiendo una idea bastante extendida en Internet, nos empeñamos en colectivizar y democratizar en algunos sentidos en la idea, bastante común en Internet, de que será para el bien de todos. ¿Estaremos ante un caso en que la comunicación y la colaboración de la blogosfera llega al mundo real tras saltar, gran salto, las murallas de alguna empresa y las clausulas de confidencialidad de los contratos de trabajo. La comunicación y la colaboración en la empresa es deseable, seguro, pero ¿real?
Ver «Mejores empresas para trabajar» (http://valoratuempresa.wordpress.com/).
Las ideas no valen nada.
100% de acuerdo.
100% en desacuerdo.
Nadie sabe exactamente qué se convertirá en un negocio o no, o si.
Esta ambigüedad es cierta, ya que una idea se propulsa con dinero, nada más ni nada menos.
Con una idea no vas a ninguna parte y sin un equipo, mejor ni te plantees la idea, que no pierdas el tiempo.
Y el equipo vale dinero. Contar con una estructura para desarrollarlo, comercializarlo y sacarlo adelante.
La pasión, la perseverancia, el amor, los caprichos, en los negocios, si no cuentas con capital de desarrollo, la idea vale cero.
Al final te encuentras con que hay muchas ideas no tan sofisticadas que encuentran su salida porque detrás hay capital.
Cada vez considero más admirables las personas que no sólo piensan, sino que hacen. Realmente la diferencia está en el hacer, e incluso los grandes filósofos que aparentemente sólo pensaban también hicieron: escribieron sus ensayos, dieron sus clases, divulgaron sus opiniones…
Una reflexión adicional sobre la calidad de las ideas: si además de poner en práctica la idea, ésta es excelente, esto sería ideal. Pero considero que es más importante poner en marcha el proyecto aunque no sea perfecto, sin perjuicio de que deba perfilarse o mejorarse posteriormente. Si no, estaremos ante la famosa parálisis por el análisis, y al final sólo tendremos ideas pero no tendremos resultados.
Las ideas de por sí no valen nada si finalmente no se llevan a cabo, como bien comentáis.
Ahora bien, es necesario un sistema que encauce esto, y que ponga en contacto gente con una buena idea, y gente con dinero que quiera llevarla a la práctica si le parece viable.
Con esta idea les propongo esta página: http://ubutu.es
Un sistema que además de dar la oportunidad de proponer ideas, te da la oportunidad de mejorar y poner en el mercado, de tal manera que alguien quiera ponerse en contacto con el autor y ejecutarla.