Además, la corbata ha dejado de ser un signo de elegancia y las empresas tecnológicas impulsadas por menores de 30 años como Facebook, Google o eBay han impuesto una nueva moda más desenfadada.
La excesiva formalidad y su rigidez han hecho que la corbata caiga en desuso. A esto se suma que ha dejado de ser un signo de elegancia. El último culpable señalado es el mundo empresarial, en el que la corbata ya no solo no es imprescindible sino que ni siquiera es deseable, puesto que confiere una apariencia de rigidez tanto real como figurada al que la porta.
En este sentido, las empresas tecnológicas auspiciadas por jóvenes menores de 30 años (caso de Facebook, Google o eBay) han impuesto una moda novedosa con un carácter más desenfadado. Todo ello porque su público es diferente y, por tanto, su código de vestimenta ha de configurarse en consonancia con el mismo. Si Steve Jobs, Bill Gates o Richard Banson lo hacen…, ¿por qué tú no?
También observamos cómo las corbatas son menos utilizadas en los negocios y ha irrumpido con fuerza la moda del ‘casual Friday’, que permite una relajación en las normas de vestuario de cada firma el último día de la semana. Esta tendencia es cada vez más seguida por empresas de toda índole. No resulta gratuito que la entrada de Wikipedia sobre dicha tendencia la califique de “una cultura relacionada con los negocios de California”, puesto que es allí, en Silicon Valley, donde la mayor parte de empresas tecnológicas se establecen.
Sin embargo, hay muchos expertos de moda que se manifiestan en contra de la opinión de que la era de las corbatas ha tocado a su fin. Así, Eric Jenning, vicepresidente de Saks Fifth Avenue, ha apuntado que las corbatas “no están muertas, simplemente se trata de un negocio que no va a crecer”.
No obstante, hace décadas ningún mandatario público se atrevía a acudir a una cena de gala o a un encuentro sin la consabida prenda que, en algunos casos, podía llegar a transmitir un mensaje político. Hoy a nadie extraña que Barack Obama y David Cameron se hayan fotografiado juntos sin portar una corbata, tal y como sucedió en la cumbre del G8 celebrada en Enniskillen (Irlanda), el pasado mes de junio. Pero la foto guardaba un secreto: el consejero George Osborne reveló posteriormente las instucciones que había trasladado a los representantes de los ocho países invitados a la cita, era imprescindible seguir los códigos del ‘smart casual’ y, por tanto, desprenderse de la corbata y, si se quería, remangarse hasta los codos, como hizo Cameron.
En definitiva, poco podían imaginarse los jinetes del ejército croata que el pañuelo que sus mujeres les anudaban alrededor del cuello para que éstos les recordasen durante la batalla terminaría dando nombre a una de las prendas más populares de los últimos dos siglos. Una señal de elegancia ineludible durante años en los grandes eventos sociales que hoy parece encontrarse en peligro de extinción.